sábado, diciembre 30, 2006

El Último Aullido

Bluesman

El Evaristo Romero era un guatón colosal. Gigante y miserable como él solo, odioso, hediondo a vino y sobaco y siempre borracho. Un gorila de gamba y media y metro ochenta, moreno, con más pelo que el recomendable y que siempre vestía la misma camiseta de franela verde manchada de grasa, el bluyín azul que cuando se agachaba dejaba escapar ese horrible pedazo de trasero que al verlo de casualidad te hacía arrepentirte de tus pecados, y las zapatillas de lona, rotas y desteñidas. Pero había una cosa del guatón que lo separaba del resto de los mortales y lo elevaba por momentos hasta quizá el cielo: el guatón sabía tocar el blues. Y por las cosas del destino, a mí me tocó, si se puede decir la bendición, de verlo tocar por última vez. Y ver cómo pasaba por vez final sus gordos dedos por las cuerdas de su Gibson Les Paul coreana, su única y preciada posesión, aparte del carretón con el que vendía paltas por las tardes en el estacionamiento que cuidaba... Yo estuve ahí para escuchar su último grito blusero. El último aullido del guatón Romero.


Tocaba con su banda en el peor bar de San Antonio, poniéndole la música de fondo a los diez borrachines que solían frecuentar esa pocilga de cerveza barata, piscola y vino de cuarta. Se les conocía como "Los Tuertos", porque al batero le faltaba el ojo izquierdo, que según la leyenda se lo había reventado el mismo guatón en una mocha cuando eran cabros. Pero si era cierto ya estaba olvidado... Y tocando eran unos dioses, a los que ni siquiera les pagaban, sino que los dejaban tomar gratis y del malo hasta que se cerraba el boliche.


Esa noche, el guatón llegó temprano. Cuando se subió a la tarima, frente a la batería, ya se había bajado cuatro cervezas y unas cuantas cañas de tinto. Miró a su público y su sonrisa dejó apreciar los tres dientes que le faltaban, que según me dijo una vez que le invité un trago, se los había volado un cabo con el que se botó a choro cuando hizo su servicio militar, por allá por el año ochenta y dos. Enchufó la Gibson y se puso a improvisar solo, con los ojos cerrados, subiendo y bajando la mano por el mástil de madera blanca, como si le hiciera el amor a una sirena del puerto, que lo envolvía con sus brazos de humo de cigarro y lo rozaba con el vibrar de cada cuerda. "Little Wing", fue su primer homenaje de la noche al finado Hendrix. Lenta, cariñosa y dulce, la batería se mete de pronto y las cuatro cuerdas del bajo se emborracharon también entre los siete acordes magníficos. En ese éxtasis el gordo se iba, y de su mente se esfumaban las tardes de sol entre los autos y las verduras, las mañanas de resaca, que más de muchas veces lo sorprendían botado en un banco de la Costanera, en la que de repente lo veían sus dos hijos, ya cabros, de madres distintas y que no lo saludaban. Debe haber sido duro estar en los zapatos del guatón. Y toda la pena y la rabia de ser como era se las tragaba con vino, y las sacaba a patadas por el amplificador de su guitarra. Cantando era como un lobo. Y verlo allá arriba, en el Olimpo, con su pelo grasoso y mal cortado, sus bigotes indecentes y sus sobacos mojados mientras hacía llorar a su Gibson era estremecedor. Muchos viejos se ponían a conversar sus penas y a veces había hasta llanto. Y más trago. Y más vino para el guatón. Esa noche aulló todo el blues que pudo sacar de su enorme pecho. Las manos le tiritaban, y las gotas de su frente mojaban la tapa de la Gibson como una lluvia. Esa noche el guatón tocó hasta que las venas de la mano izquierda se le hincharon. Esa noche el guatón tomó pisco puro, hasta que ya no se pudo parar. Y siguió. Esa mañana lo encontraron muerto en la entrada de la miserable pieza que arrendaba. La Gibson estaba botada junto a él, con el mástil blanco quebrado por la mitad, como si hubiese tratado de darle al gordo el último apoyo. Entre cuatro lo subieron a la ambulancia que lo llevó a la morgue, y de ahí a enterrarlo a una fosa común, donde nadie lo lloró. El guatón tenía cirrosis terminal, y ese día, el de su último aullido, le habían dicho en la posta que le quedaba bien poco. Bien lo dijeron alguna vez los grandes: "Es mejor quemarse de una vez, que irse de a poco desvaneciendo... Hey, hey... My, my".


Leo Hernández.-

viernes, diciembre 08, 2006

Mis cinco discos esenciales

A pesar de que muchos se me quedan en el tintero, como Albert King, John Lee Hooker, Eric Clapton, Muddy Waters, y muchos más, a continuación sólo pretendo hablar un poco de mis cinco discos favoritos, a mi gusto esenciales para entender el blues crudo del que trata este blog, siempre a modo de opinión personal.

Buddy Guy: Stone Crazy
BuddyEste es por lejos en mi opinión el mejor disco en vivo de Blues, o por lo menos el mejor que e escuchado, y uno de los grandes dentro del extenso repertorio de Buddy Guy. Grabado en los ochenta, una época no muy fructífera en cuanto al lanzamiento de discos para este Chicago bluesman, muestra a un Guy lleno de fuego y energía, tocando unos slides que impresionan por su rapidez y crudeza, en donde la improvisación se adueña de gran parte del repertorio. Este disco está compuesto por 5 temas; I Smell A Rat, Are You Losing Your Mind?, You've Been Gone Too Long, She's Out There Somewhere, Outskirts Of Town y When I Left Home. El primer tema deja claro cómo va a ser la performance de Buddy en el resto del disco, impresionantes solos que no por su rapidez dejan de estar llenos de sentimientos. Esto último se pone en juego sobre todo en el sentido tema que cierra el disco, como se dice "con broche de oro". Imperdible.
Otros discos del artista: Sweet Tea; Damn Right, I've Got The Blues; Blues Singer.




JohnsonRobert Johnson: The Complete Recordings
Hablar de la importancia de Robert Johnson para el blues que conocemos hoy en día no se puede explicar en palabras. Muerto a los 28 años por causa desconocida (los rumores van desde el mito de que se lo llevó el diablo como motivo de un previo pacto, hasta la mas realista de que falleció por un extraño síndrome), y todo lo que se conoce de esta leyenda del Delta Blues es lo que dejó imprento en sólo dos sesiones, las cuales dieron como fruto 41 grabaciones, todas reunidas en esta doble compilación. Su nivel técnico es tan alto que Keith Richards (guitarra eléctrica de Rolling Stones) se cansó de preguntar quien era el segundo guitarrista en estas grabaciones, sin poder creer que era solo Johnson. Bueno, un disco básico para cualquier amante del estilo y que quiera entender de donde provienen los sonidos actuales del Blues.
Otros discos del artista: King of the Delta Blues Singers.




Stevie Ray Vaughan: The Sky is crying
SRVUffff! que decir, si hablamos de discos esenciales dentro del blues eléctrico, deberíamos poner casi todos los de SRV, difícil elegir uno. Este discazo póstumo de Stevie fue compilado por su hermano Jimmie, y reúne tanto temas que quedaron fuera de sus discos pasados, así como también temas grabados en sesiones posteriores. Incluye temazos como la increíble versión instrumental de "Little Wing", original de Hendrix, "The Sky is Crying" que recuerda coincidentemente la muerte en helicóptero del genio de la eléctrica, y otros grandes temas como "Boot Hill" y "life by the Drop", ambas de las sesiones del último grito de estudio de Vaughan, In Step. Imposible no emocionarse con este último tema, con SRV sacándole filo a la acústica, No wasted time, we're alive today / Churnin up the past, there's no easier way / Time's been between us, a means to an end / God it's good to be here walkin together my friend, Notable.
Otros discos del artista: Texas Flood; In Step.




SealsSon Seals: Live and Burning
Este bluesero no es de los más conocidos, pero tiene un estilo para tocar la guitarra que como dice el título de este disco, es una llama ardiente. Grabado en vivo (y no de muy buena calidad de sonido), muestra a un Seals no muy parecido al de los discos de sesión, en donde aplica mucho mas Soul a su estilo de tocar el Blues. Acá no esperen más que un disco de ardientes riffs, del mismo estilo del Stone Crazy del ya nombrado Buddy Guy. Destacable el tema Funky Bitch, en donde este puro blues crudo se pone mas que nunca en juego, otro recomendable.
Otros discos del artista: Spontaneous Combustion; Lettin' Go.




BB King: King of the Blues
BBPocos podrían ponerle un nombre así a un lanzamiento sin que se les vengan miles de otros fanáticos y artistas encima. Pero acá estamos hablando del verdadero rey del Blues, BB King. El legendario dueño de un talento inigualable y de la ya mítica Lucille es el músico de blues que fijó los cánones a seguir por todos los guitarristas eléctricos de este estilo que vinieran luego de él, marcando para siempre esta forma de arte norteamericano. Este box set es sin duda la antología definitiva de este prolífico bluesman. Recorre desde sus inicios con un blues bien crudo, pasando luego a influencias del jazz y el rock, con bandas en donde los bronces formaban parte esencial de su música, hasta llegar a sus intentos más pop de la década de los 90, sin duda un esencial para todo fanático del blues.
Otros discos del artista: Blues is King; How Blue Can You Get?: Classic Live Performances, 1964-1994.



Alex W. Levine.-
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